Desde que empecé en el mundo del teatro, allá por 2004, ante la pregunta ¿por qué hace usted teatro? Siempre hubiera dado una respuesta teórica, más o menos resultona, más o menos bella, pero una respuesta que se quedaba en el plano de las ideas, mucha teoría, ninguna praxis. Es algo clásico en mi modo de vida, muchas veces apoyo demasiado mi peso en la razón ilustrada, pero sin duda es algo que se debe a, como dirían, "no haber superado mi educación". El caso, es que hoy me he hecho esa pregunta, permitánme repetirla: ¿Por qué hace usted teatro? La respuesta es clara, firme: por Nicolás Illoro, Laura Marín, César de Bordons y Juan Valle. Llevamos un tiempo trabajando Ligazón, la mística que se ha generado entre el equipo de trabajo, el vínculo que se ha formado entre todos ha dado unos resultados fantásticos. No los mejores posibles, pero sí de una riqueza abrumadora. Estas semanas de trabajo, de investigación, creación artística y espiritual, han sido maravillosas, por un lado, porque han servido para recordarme mis defectos y debilidades, para hacer presentes los fantasmas del pasado y los miedos que conlleva la dirección. Por suerte, tenía un compañero de timón a la altura de Sir Walter Raleigh. La codirección de la última escena de Ligazón con don César de Bordons ha sido una de las mejores experiencias teatrales que he tenido. Siempre conmueve las entrañas experimentar la emoción de la puesta en escena con un poeta que se deja seducir por la magia teatral. No fue fácil la cosa, no todo fue jauja entremesil, me hizo leer a Octavio Paz y eso fue una ofensa para Los detectives salvajes, que espero algún día sabrán perdonarme, pero fue por el bien de Valle-Inclán. Así César puso todo su bagaje literario y vivencial para cocrear un trabajo fundamentado en el símbolo. El resultado teórico ha sido un viaje iniciático hacia Cernuda, Baudelaire y el citado Paz pero también hacia Michael Chejov, Artaud y Anne Bogart.
Sin embargo, el teatro es "mise en scène", gracias a dios, y necesitabámos actores. Para ello contamos con la colaboración más que indispensable de Juan, Laura y Nico. Las semanas de trabajo con ellos han sido evocadoras, gratificantes, productivas, silenciosas, místicas, aterradoras, verborreicas, contemplativas, animalizantes, rituales... Ha sido un viaje hacia esa Ítaca llamada teatro. Los chicos han estado magníficos. Siempre nos dieron más de lo que les pedimos, fueron en todo momento parte activa del proceso creativo, no dejaron de proponer en ningún instante, nos brindaron toda su alma para sacar adelante este proyecto, se implicaron tanto o más que nosotros y adquirieron una dimensión tan trascendental que para mí no habrá otra Mozuela más que Laura Marín, otro Afilador más que Nicolás Illoro ni otro Bulto de manta y retaco más que Juan Valle. Es uno de esos momentos en los que dices, "qué buen reparto tengo". La confianza era mutua, se abandonaron a nuestros brazos y nosotros nos encomendamos a su espíritu. Se produjo la ligazón del teatro, en cuerpo y sangre, amén.
Aún es pronto para sacar conclusiones bien digeridas de este último mes, en cuanto las tenga las compartiré con ustedes, pero lo que si que puedo anunciar es que yo quiero dedicarme al teatro por gente como César, Juan, Laura y Nico. Gracias.